El Desfile de Resurrección, adelantado una hora sobre el horario previsto en base a unas previsiones meteorológicas que no se han cumplido, ha puesto el broche final a la Semana Santa Marinera de Valencia.
Un desfile colorista y muy valenciano
Este desfile es a ritmo de marchas y pasodobles alegres, donde los vestas o nazarenos pan sin su tradicional capucha y en sus varas portan flores, los personajes bíblicos van sin velos de luto, y se desfila a ritmo de marcha.
Todo muy diferente a lo que se espera de una Semana Santa, porque los valencianos somos así, y el «Cabanyal es diferente». Así, se reparten flores a los asistentes, principalmente claveles, pero también rosas, margaritas y otras flores que los participantes lanzan a sus allegados, mostrando alegría.
Todo tras los Encuentros gloriosos que en cada parroquia se han celebrado de buena mañana, donde la Virgen Dolorosa acude a encontrarse con su hijo resucitado y donde la Virgen es despojada de su velo en señal de luto.
En las casas que acogen las imágenes éstas lucen flores claras, anunciando las buenas noticias, una imagen completamente diferente a la de estos días pasados, y los tronos andas ya están en ese aparcamiento improvisado que se llama Museo.
Un centenario para reflexionar
Este años e celebraba el Centenario de la Junta Mayor de la Semana Santa Marinera, que no de la propia Semana Santa, una efeméride que ha pasado muy desapercibida, sin pena ni gloria, y sin casi cobertura mediática. Nadie invitó a la prensa a la Gala del centenario ni a los actos programados y las referencias en redes sociales se han circunscrito a los tuits que ha puesto la concejala de los actos que ha asistido, retuiteados por la cuenta esa casi fantasma de Fiestas de Valencia, que se olvida de gran parte de ellas y no cubre nada.
Mucho que reflexionar, ahora toda celebrar la Pascua y celebrar las últimas procesiones en als parroquias y finalmente el traslado de las imágenes a las Iglesias nuevamente, pero se ha de autorreflexionar si se quiere dar importancia a una fiesta, pero la realidad es que casi todas las fiestas de valencia están pasando desapercibidas, son invisibles para el gran público, incluso este medio se tuvo que enterar por terceros del pregón de los vicentinos, la tercera fiesta más improtante de la Ciudad, del que poco más que los representantes de los altares se han enterado… una pena que un patrimonio festivo y cultural tan importante no tenga la cobertura que se merece.
Las fiestas quitando de las fallas son casi invisibles para su importancia, y esto tiene que hacerse una profunda reflexión en una concejalía que parece no acaba de arrancar, pero ya se sabe, un servicio para dos concejalías distintas, troceadas en virtud del pacto de los sillones entre Catalá y Vox Ciudad valencia.
Dos años ya es período suficiente para saber que algo no funciona, es tiempo de reflexionar y rectificar, pero para ello ha de tenerse voluntad, ¿se tiene?…