La Policía Científica ha enviado las muestras para su estudio y espera recibir próximamente los resultados
La investigación del robo de las joyas de la Virgen de los Escolapios sigue su curso. Después del suceso, del que se percató la hermandad el pasado Viernes Santo justo cuando iban a comenzar la estación de penitencia, la Policía Científica de la Policía Nacional recogió huellas en busca de pistas sobre el presunto autor. Esas pruebas han sido enviadas a un laboratorio para su análisis y aún están a la espera de recibir los resultados, claves para avanzar en el caso.
Para llegar al comienzo de este suceso hay que remontarse al Miércoles Santo. Aquella tarde se celebró una misa y, acto seguido, cuatro curas confesaron a varios fieles. Se sentaron en bancos, apartados entre sí, y charlaron mientras fuera del templo caía el sol. Sobre las 21.45 horas, uno de estos curas cerró con llave y se fue a casa. El templo estaba aparentemente vacío, pero la hermandad sospecha que el ladrón estaba allí y se escondió durante al menos dos horas, quizá debajo de un paso, mientras se hacían las confesiones.
El Jueves Santo, un día antes de la estación de penitencia, los floristas acudieron a primera hora de la mañana para ultimar los detalles del Cristo. Al llegar, encontraron la puerta abierta y dieron aviso a los responsables. Esta puerta tiene una característica especial: solo se abre y cierra desde dentro con un cerrojo, no desde fuera. «Eso nos hace pensar que la persona estaba ya dentro del templo, se marchó y no pudo cerrarla al salir», informó en su día Andrés Martínez, albacea de la hermandad.
Aún así, aquel Jueves Santo el hurto pasó desapercibido. El gentío fue una constante en la parroquia y todos se centraron en el Cristo, ya que la Virgen estaba ya lista desde días atrás. De hecho, a simple vista estaba cargada de joyas. Portaba su corona y su fajín, lo más visible, y de su mano caía algo dorado, lo que debía ser la emblemática avioneta dorada, recuerdo de su especial vínculo con el Ejército del Aire. No lo era, pero se percataron un día después.
El día grande
Llegó el Viernes Santo, el día más esperado para los Escolapios. Ultimaban los últimos detalles cuando, en un momento dado, la hermana mayor fue a buscar el rosario de la Virgen. No estaba. Poco a poco repararon en más enseres desaparecidos. Entre las joyas robadas se encuentra el puñal que lleva colocado en el pecho, la cruz Fidelitas del Ejército del Aire, una medalla de San Juan Pablo II, el rosario de su XXV aniversario con emblemas vaticanos, la avioneta dorada y varias medallas y cadenas.
Además, en lugar de la avioneta, que colgaba de la mano derecha, el ladrón había dejado un cordón dorado, que ha sido también analizado por los investigadores de la Policía Nacional.