¡Poneos en camino! (Lc 10,3) es el título del Nuevo Proyecto Marco de Pastoral con Jóvenes, publicado por la editorial EDICE
La Asamblea Plenaria, en su reunión del 18 al 22 de noviembre de 2024, aprueba y publica este documento coordinado por la Subcomisión Episcopal para la Juventud y la Infancia, tras un amplio proceso sinodal de escucha y discernimiento con jóvenes. Su objetivo es descubrir la llamada vocacional que Dios nos hace a todos los bautizados a la misión y a la transformación del mundo, además de impulsar el anuncio del Evangelio y emprender procesos de fe.
Proyecto Marco
El Proyecto Marco de Pastoral con Jóvenes está inspirado en el relato de los discípulos de Emaús. Mediante este pasaje, el documento invita a la Iglesia a caminar no solo para los jóvenes, sino con los jóvenes, promoviendo su protagonismo y corresponsabilidad. El proyecto está diseñado para que los agentes de pastoral con jóvenes y cualquier joven comprometido en la vida parroquial puedan utilizarlo en sus realidades pastorales.
También aborda los desafíos de un contexto secular y pluralista, ofreciendo un marco para renovar la acción pastoral, impulsar el encuentro con Cristo y, en definitiva, acompañar a los jóvenes en su crecimiento en la fe, su vocación y su misión evangelizadora en el mundo actual.
En el documento, la CEE comienza destacando el «latido divino» del buen pastor, que da sentido a nuestra existencia. También en el camino de Emaús, donde Jesús escucha la angustia de los discípulos y la transforma en algo completamente nuevo y bello: «Las palabras de tristeza de los caminantes tornaron en palabras de amor y alegría en el Peregrino. […] En el diálogo con el Señor, nosotros ponemos nuestras palabras, pero Jesús pone su Palabra».
Más adelante, el Proyecto Marco de Pastoral con Jóvenes se detiene en dos partes donde profundiza en dos labores necesarias en la Iglesia: «reconocer» e «interpretar». Por un lado, «reconocer los signos de los tiempos» a través de los jóvenes y la alegría de su presencia en las «comunidades eclesiales». Por otro, comprometerse con los jóvenes, acompañarlos en su camino y ser luz para interpretar los signos y emociones de la vida.
Por último, «elegir». Después de haber experimentado la presencia viva del Señor en sus vidas, los discípulos de Emaús se ponen en camino, con alegría y determinación. Primero se dirigen a Jerusalén para comunicárselo a los apóstoles y, desde allí, otros salen «a los caminos del mundo entero, donde los hombres y mujeres buscan». Así, la actitud de los discípulos se convierte en un ejemplo para la Iglesia de hoy y «enseña lo que tienen que hacer los discípulos del Resucitado: salir».