Cruces y sotanas: Dolce & Gabbana sorprende en Roma con un desfile inspirado en ornamentos litúrgicos
Cruces, sotanas, estolas, casullas, capas e incluso incensarios fueron algunos de los elementos que no pasaron desapercibidos en el último desfile de Alta Costura de Dolce & Gabbana, que presentó su colección masculina en el histórico Castel Sant’Angelo hace apenas unos días.
Es así como estos diseñadores italianos han centrado su propuesta en la estética litúrgica de la Iglesia católica, evocando una especie de procesión sobre el Puente Sant’Angelo con modelos vestidos como cardenales y el sonido de campanas de fondo.
Es curioso cómo este desfile ha tenido lugar dos meses después del cónclave que eligió al 267.º sucesor de Pedro, aunque medios italianos afirman que la colección comenzó a prepararse hace aproximadamente un año, sin conexión con acontecimientos recientes en la vida de la Iglesia. La casa de moda ha utilizado la iconografía eclesiástica de la Ciudad Eterna como inspiración, un elemento significativo del patrimonio artístico de Roma.
El Vaticano no ha emitido ninguna nota de prensa al respecto ni hecho ningún comentario
Este desfile masculino a los pies de los ángeles de Bernini ha sido definido por la prensa especializada como un modo de «celebrar la iconografía eclesiástica de la ciudad, que sin duda ha contribuido a enriquecer el patrimonio artístico de Roma».
A primera vista, el pase de modelos no encerraba para sus organizadores ningún subtexto anticlerical ni pretendía ser ofensivo, pero sí resulta evidente que jugaba con los límites de la transgresión para buscar notoriedad e instrumentalizar la religión como un elemento más con el que llamar la atención. Por el momento, ni la Oficina de Prensa de la Santa Sede ni ninguna asociación ha emitido ningún comunicado al respecto.
Entre las piezas más controversiales figuraron reinterpretaciones de las túnicas papales. Una decisión que magazines de moda han descrito como «un homenaje a esta estética desarrollada a lo largo de siglos de historia, desde que el cristianismo comenzó a extenderse por el Imperio». Y que evidencia una falta de sensibilidad hacia el hecho religioso, visto solo como una manifestación histórica y cultural que se pueda parodiar.