El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Francisco José Prieto, presidió la santa misa en la solemnidad del Apóstol e hizo un llamado a una esperanza activa. Galicia renovó su ofrenda con un mensaje de unidad, justicia y fraternidad
“Encontraremos de nuevo esperanza cada vez que pongamos al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones”. Con esta afirmación clara y urgente, el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Francisco José Prieto Fernández, marcó el tono de su homilía este viernes 25 de julio, solemnidad del Apóstol Santiago, patrono de España. En la tradicional celebración eucarística y Ofrenda Nacional celebrada en la Catedral compostelana, el prelado ofreció un mensaje de fuerte calado social, espiritual y pastoral, cargado de confianza evangélica y compromiso activo.
La ceremonia, de hondo arraigo histórico y religioso, fue presidida por Prieto y concelebrada por numerosos obispos gallegos y de otras diócesis, entre ellos el cardenal Antonio María Rouco Varela y los arzobispos eméritos Julián Barrio y Santiago Agrelo. Este año, el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda Valenzuela, actuó como delegado regio, encomendando a Galicia y a sus gentes a la intercesión del Apóstol.
Desde el corazón de la liturgia, el prelado abordó sin rodeos los desafíos del presente: guerras, crisis sociales, corrupción, migraciones, y una extendida sensación de desánimo. “La esperanza cristiana no es un optimismo barato”, advirtió. “No es pensar que todo saldrá bien por arte de magia, sino una certeza en la promesa de Cristo: Yo estaré con vosotros todos los días”.
El arzobispo instó a los fieles a encarnar esa esperanza mediante actos concretos de justicia, ternura y solidaridad. “Cada palabra justa, cada puerta abierta, cada gesto de ternura en medio de la dureza del mundo es ya un signo del Reino que viene”, afirmó con convicción. Invitó a vivir una fe que no huye del presente, sino que lo transforma desde dentro.
En su intervención como oferente, Rueda subrayó el valor de redescubrir lo esencial: “el amor, la justicia y el perdón”. Y animó a que Galicia siga siendo una comunidad plural, abierta y comprometida, en sintonía con su historia y su identidad.