A partir del 13 de agosto de 2025, la diócesis de Segorbe-Castellón dará la bienvenida a una nueva comunidad de vida contemplativa donde se instalan diez monjas Carmelitas Descalzas provenientes de Manchay.
Estas religiosas, que han enfrentado condiciones de extrema inseguridad física y jurídica en su país, han decidido trasladarse al municipio de Onda, en Castellón, donde ocuparán el antiguo Monasterio de la Purísima Concepción, previamente habitado por las monjas clarisas. Este movimiento, aprobado por el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica el 4 de julio de 2025, representa no solo un nuevo capítulo para estas religiosas, sino también una bendición para la diócesis, que ha sufrido el cierre de seis monasterios femeninos en los últimos años debido a la falta de vocaciones.
Motivos del traslado: una búsqueda de seguridad y estabilidad
El traslado de las monjas carmelitas desde Manchay responde a una situación insostenible en su lugar de origen. Según el obispo de Segorbe-Castellón, monseñor Casimiro López Llorente, las religiosas vivían en un entorno de «extrema inseguridad física y jurídica» que dificultaba gravemente el cumplimiento de su carisma contemplativo, centrado en la oración, el silencio y la entrega espiritual. Esta situación fue reconocida por el arzobispo de Lima, quien no solo apoyó el traslado, sino que lo consideró «justo e incluso necesario» para garantizar el bienestar de la comunidad y la continuidad de su misión.
Las dificultades en Manchay, un distrito periférico de Lima conocido por sus desafíos socioeconómicos, incluyen inestabilidad social, delincuencia y falta de garantías legales que afectaban directamente la vida monástica. Estas condiciones hicieron insostenible la permanencia de las monjas en su monasterio original, llevándolas a tomar la decisión unánime, en un capítulo conventual, de buscar un nuevo hogar donde pudieran vivir plenamente su vocación.
Un nuevo hogar en Onda donde se instalan
El nuevo destino de las carmelitas será el antiguo Monasterio de la Purísima Concepción, ubicado en la calle Urbanización Beniparrell, nº 200 (c/ Convento, 3), en Onda. Este edificio, que hasta 2022 albergó a las monjas clarisas antes de su fusión con el monasterio de San Diego de Alcalá de Henares, fue cedido gratuitamente por las clarisas al obispo de Segorbe-Castellón para este propósito. La generosidad de las clarisas y la colaboración de un grupo de voluntarios de Onda, quienes han trabajado arduamente para limpiar y acondicionar el convento, han hecho posible que las monjas peruanas encuentren un espacio acogedor desde su llegada.
El obispo López Llorente expresó su profunda gratitud por esta cesión y destacó la importancia de la llegada de las carmelitas en un contexto de crisis vocacional. «Damos gracias a Dios por este don de su bondad y misericordia en tiempos de extrema falta de vocaciones a la vida consagrada contemplativa entre nosotros«, afirmó en una carta dirigida al Pueblo de Dios.
Para la diócesis, la presencia de estas religiosas no solo revitaliza la vida contemplativa, sino que también fortalece la misión evangelizadora de la Iglesia local, especialmente en Onda y sus alrededores.
Un llamado a la comunidad: apoyo y oración
La llegada de las monjas carmelitas no solo es un motivo de alegría, sino también una responsabilidad compartida para la comunidad diocesana. Monseñor López Llorente ha hecho un llamamiento a los fieles, especialmente a los habitantes de Onda, para que acompañen a las religiosas con su cercanía, ayuda práctica y oración. «Cuidémosla todos, especialmente los fieles ondenses, con nuestra cercanía, ayuda y oración. Lo van a necesitar«, subrayó el obispo, consciente de los desafíos que supone para las monjas adaptarse a un nuevo país, cultura y entorno.
La integración de las carmelitas en Onda no solo enriquecerá espiritualmente a la comunidad, sino que también ofrecerá un testimonio vivo de la vida contemplativa en un mundo cada vez más acelerado. Su presencia será un faro de oración constante, un apoyo silencioso pero poderoso para la vida diaria de los fieles y la misión evangelizadora de la diócesis.
Contexto: la crisis de vocaciones y un signo de esperanza
La llegada de las monjas carmelitas a Castellón se produce en un momento crítico para la vida consagrada en la diócesis de Segorbe-Castellón. En los últimos años, la falta de vocaciones ha llevado al cierre de seis monasterios femeninos, un reflejo de una tendencia más amplia en España y otros países europeos. En este contexto, la incorporación de esta nueva comunidad es vista como un «regalo» divino, una señal de esperanza que renueva la fe de la diócesis y demuestra que, incluso en tiempos de dificultad, la providencia actúa de maneras inesperadas.
El traslado de las carmelitas de Manchay también pone de manifiesto la universalidad de la Iglesia católica, que trasciende fronteras y contextos culturales. La solidaridad entre diócesis, como la de Lima y Segorbe-Castellón, y la generosidad de las clarisas de Alcalá de Henares, son ejemplos concretos de cómo la Iglesia se apoya mutuamente para sostener la misión de sus comunidades.
El impacto esperado en Onda y más allá
La comunidad de Onda, conocida por su rica tradición religiosa y cultural, se prepara para recibir a las monjas con los brazos abiertos. La presencia de las carmelitas no solo revitalizará el antiguo convento, sino que también tendrá un impacto positivo en la vida espiritual y social de la localidad. Las religiosas, con su vida de oración y contemplación, ofrecerán un espacio de encuentro con lo trascendente para todos aquellos que busquen un momento de paz y reflexión.
Además, la llegada de las monjas podría inspirar a las nuevas generaciones a redescubrir la belleza de la vida consagrada, en un momento en que las vocaciones son escasas. Su testimonio de entrega y fe será un recordatorio de que, incluso en medio de las dificultades, la llamada a seguir a Cristo puede florecer en los corazones dispuestos.
Agradecimientos y próximos pasos
El obispo López Llorente ha expresado su agradecimiento no solo a las clarisas de San Diego de Alcalá por su generosidad, sino también a todos los que han colaborado en el proceso de traslado. Desde el arzobispo de Lima, que apoyó la decisión, hasta los voluntarios locales que han preparado el convento, este esfuerzo colectivo refleja el espíritu de comunión que caracteriza a la Iglesia.
A partir del 13 de agosto, las monjas carmelitas comenzarán su nueva vida en Onda, llevando consigo su carisma de oración y contemplación. La diócesis de Segorbe-Castellón, por su parte, se compromete a acompañarlas en esta transición, asegurándose de que encuentren en Castellón un hogar donde puedan vivir plenamente su vocación.
Este acontecimiento, aunque sencillo en apariencia, es un hito significativo para la diócesis y una oportunidad para renovar la fe y la esperanza en la comunidad cristiana.