Se cumplen seis meses, un 8 de mayo de 2025, un agustino estadounidense salió al balcón de San Pedro y, con voz serena, nos regaló la primera palabra: «¡Paz!».

Ese mismo día, este blog iniciaba su andadura para haceros llegar todo tipo de información coincidiendo con el Conclave.
No era un deseo. Era un programa de vida.
Se llama León XIV y, en solo 180 días, ha dibujado el mapa de una Iglesia que no necesita marketing, no busca aplausos de los poderosos y no se cansa de repetir que la fe solo es creíble cuando huele a pobre, a migrante, a tierra herida.
Esto no es un resumen vaticano. Es un llamado a despertar
Una Iglesia que desaparece para que Cristo brille
«Quien ejerce autoridad debe hacerse pequeño para que Él sea grande».
Desde la Sixtina hasta Tor Vergata con los jóvenes, León XIV repite:
«En nuestro origen no hubo una decisión nuestra, sino un amor que nos quiso antes».
Por eso perdona primero, como Jesús con Judas. Por eso no juzga, acoge.
Porque sabe que la fe auténtica no cabe en un tuit perfecto, sino en una vida entregada.
Paz desarmada, paz desarmante
«¡Guardad la espada!» –gritó en la Vigilia por la Paz del 11 de octubre.
Y no solo a los presidentes. También a ti y a mí:
«Primero desarma el corazón. Si no hay paz dentro, nunca la daremos fuera».
Denunció las noticias falsas que justifican bombas.
Los miles de millones que van a los mercaderes de muerte mientras cierran hospitales.
Los migrantes tratados como «basura» en vez de hermanos.
Y propuso:
Programas de no-violencia en cada diócesis.
Mirar el mundo «desde abajo», con los ojos de quien sufre.
Los pobres no son un slogan, son el criterio
En su primera exhortación apostólica lo dejó claro:
«Ayudar al que sufre no es caridad opcional. Es Revelación. Es encontrar a Dios».
«Solo el amor es digno de fe ante el dolor de los inocentes».
Y remató: «Si ridiculizan la opción por los pobres, es que hemos dejado de leer el Evangelio».
Migrantes: el rostro actual de Cristo
«Esas embarcaciones que buscan puerto seguro no pueden encontrar la frialdad de la indiferencia».
Los Estados tienen derecho a fronteras, sí.
Pero nunca a convertir la soberanía en crimen contra los vulnerables.
Porque el cristianismo no es una ONG. Es reconocer que todos somos hermanos.
Cuidar la Casa Común no es moda, es conversión
«Rezamos por la conversión… ¡y cuánta la necesitamos!».
Cada huracán, cada sequía, lleva nuestra firma.
Cuidar la creación no es ecología. Es justicia con los pobres, que siempre pagan primero.
En solo 6 meses León XIV nos ha recordado que: La Iglesia no necesita aliados poderosos




