Santo Toribio es en 2025 sede del Jubileo Universal del Turismo
Durante toda la Edad Media, solo fueron declarados cuatro años jubilares in perpetuum mediante bula papal: el Jacobeo de Santiago de Compostela, los de Roma y Jerusalén, y el Año Santo Lebaniego. Cantabria es, de hecho, la única región del mundo por la que transcurren dos caminos de peregrinación jubilar, ambos declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO, cada uno con su año santo correspondiente: el Camino de la Costa, hacia Santiago, y el propio Camino Lebaniego, con destino en Santo Toribio de Liébana.
Desde la época medieval, ha sido una constante la afluencia de fieles para venerar los restos de Santo Toribio de Astorga, a quien se atribuían propiedades curativas y milagrosas, y especialmente para adorar el Lignum Crucis, el fragmento más grande de la cruz de Cristo que se conserva en la actualidad.
Análisis científicos han determinado que la madera de la reliquia pertenece a una especie botánica específica de la zona de Jerusalén de más de 2.000 años de antigüedad. Protegido desde Tierra Santa por el propio santo Toribio, custodio de las reliquias de Cristo, el trozo de la cruz llegó a Astorga con el permiso del Papa de su época. Posteriormente, fue llevado a Liébana por cristianos para protegerlo durante la invasión musulmana.
Una historia dilatada
El Monasterio de Santo Toribio de Liébana tiene una historia dilatada, cuyo origen se remonta al siglo VII, permaneciendo en actividad hasta nuestros días. Su principal auge se produjo en el siglo VIII, cuando su abad, Beato de Liébana, marca un hito en la historia de la cristiandad. «Beato convierte a Santiago Apóstol en patrón de Hispania, componiendo el himno O Dei Verbum, donde lo proclama “cabeza refulgente de España”, dando inicio al culto a Santiago», explica la directora de la Fundación Camino Lebaniego, Pilar G. Bahamonde. Su obra cumbre, el Comentario al Apocalipsis de San Juan, fue todo un bestseller medieval que da origen a un género literario único, conocido por los códices denominados «beatos», en los que introdujo imágenes explicativas al texto. En los beatos se encuentra también la primera imagen del apóstol Santiago en la historia de la iconografía. Incluidos por la UNESCO en la Memoria Mundial, las iluminaciones de los beatos son reconocidas internacionalmente. El conocimiento de las Sagradas Escrituras del abad lebaniego y su defensa de la cristología frente al adopcionismo de Elipando de Toledo influyó de forma decisiva en toda Europa, granjeándole asimismo una gran amistad con Alcuino de York, primer consejero del emperador Carlomagno.
La iglesia del monasterio, construida en 1256 siguiendo el estilo gótico monástico de influencia cisterciense, alberga la Puerta del Perdón, que se abre cada Año Santo Jubilar tras los tres golpes de martillo del obispo de la diócesis. Una vez dentro del templo, se accede a la capilla barroca del siglo XVIII que está presidida por el propio Lignum Crucis. En el templo también se puede admirar la estatua yacente de santo Toribio de Astorga. En la actualidad, el cenobio acoge una comunidad franciscana que custodia las reliquias.
Además del monasterio, el entorno de Liébana alberga numerosas ermitas de gran espiritualidad y valor histórico; y un rico patrimonio cultural que incluye conjuntos históricos, zonas arqueológicas y arquitectura religiosa, como Santa María de Lebeña (siglo X) o Santa María de Piasca (siglo XII).
El Camino Lebaniego, que conduce al monasterio, se compone, en su trazado principal, de 72 kilómetros desde San Vicente de la Barquera. Sus viajeros son denominados hoy en día como «crucenos» o «peregrinos de la cruz». La ruta ofrece una peregrinación única que comienza a orillas del mar Cantábrico y asciende hasta el corazón de los Picos de Europa, constituyendo un corredor de biodiversidad considerado «de alto valor» por la UE. Además de la ruta principal, existen otros Caminos Lebaniegos, como el Castellano, el Leonés, el Asturiano y el Vadiniense, que históricamente conectaban el monasterio con las regiones que dan nombre a las variantes, enlazándolo con el propio Camino de Santiago.
No es difícil imaginar, por tanto, que aparte de constituir una experiencia espiritual y cultural única, se trata también de un motor de desarrollo económico y social de la zona. La red de albergues que jalonan la ruta favorece a numerosas áreas en riesgo de despoblamiento rural, donde pequeños productores del sector primario desempeñan un papel crucial en la conservación de la biodiversidad. El turismo religioso, según la Organización Mundial del Turismo de la ONU, mueve a unos 330 millones de personas al año, lo que representa un mercado importante para destinos con destacado valor espiritual, como Santo Toribio. Según indica Bahamonde, «el perfil del peregrino del Camino Lebaniego es el de una persona cada vez más joven, más internacional y con una alta presencia de mujeres; motivado principalmente por razones religiosas, espirituales o culturales».