Los incendios han consumido los templos de Fervenza y San Clemente de Cesures. Las comunidades parroquiales y los sacerdotes se movilizan para apoyar a los vecinos, incluso participando activamente en la extinción de las llamas
La región de Ourense ha sido golpeada por una serie de incendios que han arrasado con dos iglesias en O Barco de Valdeorras: la de Fervenza y la de San Clemente de Cesures. Así lo confirmó Javier Gay Alcaín, administrador de la diócesis de Astorga,
El interior de ambos templos ha quedado completamente destruido, incluyendo las imágenes religiosas que albergaban. «El fuego los consumió por completo durante la tarde del domingo«. Las primeras evaluaciones no son alentadoras: «Por las fotos e imágenes que hemos recibido, la reconstrucción parece muy complicada. El párroco que logró llegar al lugar indica que no hay nada salvable. Habrá que analizar qué opciones tenemos», explican desde la Diócesis.
Un desafío para la restauración
El martes por la tarde, Gay planeaba visitar la zona para evaluar los daños de primera mano. «Estamos enfrentando una situación extremadamente difícil. Ahora que los accesos se están restableciendo, los sacerdotes pueden acercarse a los templos. No solo se trata de las iglesias principales, sino también de ermitas más aisladas. Por ahora, sabemos que estas dos son las afectadas«, señaló.
Sorprendentemente, la iglesia de San Vicente de Leira resistió las llamas, a pesar de que el pueblo quedó devastado. Sin embargo, no se descarta que otros templos en áreas rurales hayan sufrido daños.
La experiencia previa en la región muestra que la reconstrucción es posible, aunque requiere un gran esfuerzo. En 2022, la iglesia de Barrio, también destruida por un incendio, fue restaurada gracias a la colaboración de la Xunta, la diócesis y los vecinos. «Logramos recuperar lo esencial con un esfuerzo conjunto. Esta experiencia nos marca, porque sabemos lo que implica perder una iglesia«, afirmó Gay.
El impacto emocional de la pérdida
Más allá del valor patrimonial, la destrucción de una iglesia representa un duro golpe emocional para las comunidades. «Cuando el fuego arrasa montes, valles o cultivos, se pierde parte de la historia y los lazos familiares. Con un templo, ocurre algo similar, pero se suma la pérdida de un espacio sagrado donde las personas buscan consuelo espiritual. Aunque el verdadero templo es cada persona, perder un lugar de culto es profundamente doloroso«, lamentó Gay.
Apoyo incansable de las parroquias
En medio de la tragedia, los sacerdotes y las parroquias están volcados en asistir a los afectados. Su labor trasciende el acompañamiento espiritual, incluyendo acciones prácticas como la extinción de incendios. «Lo primero es garantizar la seguridad de las personas. Luego, ofrecemos cercanía para que no se sientan solas. Algunos sacerdotes jóvenes han ayudado a crear cortafuegos junto a los vecinos, mientras otros se han dedicado a atender a los evacuados. En el Colegio Pablo VI de A Rúa y en el seminario de Astorga hemos acogido a personas desplazadas. La tarea es abrumadora, pero priorizamos el apoyo humano y espiritual«, aseguró Gay.
Los incendios han alterado la rutina de las parroquias en un momento clave del calendario litúrgico, con celebraciones como la Asunción de la Virgen y San Roque interrumpidas por la emergencia.
Contexto de los incendios
Esta ola de incendios, una de las peores en años, ha devastado montes, pastos y granjas en Galicia. Las brigadas forestales trabajan incansablemente para proteger vidas y propiedades, pero en una región con poblaciones tan dispersas, las iglesias, muchas de ellas centenarias, son un elemento constante y ahora también están en peligro.