La tercera jornada de la peregrinación de la Diócesis de Segorbe-Castellón en Roma estuvo marcada por un acontecimiento especialmente significativo: recibido en Audiencia General con el Santo Padre, el Papa León XIV, que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro del Vaticano

Desde primeras horas de la mañana, los peregrinos se trasladaron hasta el Vaticano, conscientes de la gracia que suponía encontrarse con el Sucesor de Pedro.
.Durante la catequesis de este miércoles, 12 de noviembre, el Santo Padre centró su reflexión en la fraternidad, destacando que “la fraternidad es sin duda uno de los grandes desafíos para la humanidad contemporánea”. Señaló que no se trata de algo fácil ni inmediato, afirmando que “no es algo ni inmediato ni que se pueda dar por descontado”. Sin embargo, advirtió que tampoco debemos considerarla “un hermoso sueño imposible” ni “un deseo de unos pocos ilusos”.
.El Papa recordó que la verdadera fraternidad tiene un fundamento sólido: el mandamiento de Jesús, “que nos amó y se entregó por nosotros; así podemos amarnos y dar la vida por los demás”. Sus palabras resonaron profundamente entre los fieles, que acogieron esta llamada como una invitación a vivir el Evangelio con autenticidad en medio de un mundo necesitado de unidad y reconciliación.
Uno de los momentos más emotivos se produjo cuando nuestro obispo, don Casimiro López Llorente, tuvo la oportunidad de saludar personalmente al Santo Padre, transmitiéndole el saludo, el afecto y la cercanía espiritual de toda la Diócesis de Segorbe-Castellón. El encuentro fue acogido con gratitud por los peregrinos, que vivieron con emoción este gesto de comunión con el Papa.
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Tras la audiencia, los peregrinos recorrieron los Foros Imperiales y el Coliseo, adentrándose en la historia de la Roma antigua. Desde allí se dirigieron a la iglesia de Santa María de la Consolación, en los foros, regentada por los Padres Capuchinos. En este templo celebraron la Santa Misa, presidida por el obispo.

En su homilía, don Casimiro invitó a vivir con profundidad el Jubileo de la Esperanza. Recordó que, en medio de las dificultades y sombras que atraviesa nuestra sociedad, el cristiano está llamado a poner su esperanza en Cristo, que no defrauda. Esta fue la idea central que desarrolló con claridad y fuerza pastoral.

Señalando una cita del Papa Francisco, dijo que “la pobreza más grande de nuestro mundo es no conocer a Dios”, exhortando a los peregrinos a convertirse en testigos del Dios de la esperanza y de la misericordia para todos aquellos que sufren. La celebración se vivió con profundo recogimiento y agradecimiento.

La jornada concluyó en el barrio del Trastevere, donde los peregrinos, junto con el obispo, disfrutaron de una cena de fraternidad. Fue un momento de convivencia alegre y distendida, signo visible de esa fraternidad cristiana que había marcado la catequesis de la mañana. Así terminó un día pleno de gracia, encuentro y comunión, que dejó en todos un recuerdo imborrable.




