En un hito histórico, el eco de un órgano medieval ha vuelto a llenar el aire de Jerusalén tras casi 800 años de silencio y resuena de nuevo
En la Basílica de la Natividad, en Belén, el musicólogo español David Catalunya, del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), logró que los tubos originales del Órgano de Belén interpretaran el canto litúrgico del siglo XI «Benedicamus Domino Flos filius».
Este momento, descrito como una «Pompeya musical», marca un antes y un después en la preservación del patrimonio sonoro de la humanidad.
Un tesoro redescubierto
Oculto bajo la Basílica de la Natividad, este órgano fue protegido por los frailes franciscanos durante siglos. En 1906, excavaciones cerca del cementerio católico desenterraron 222 tubos de bronce y un carillón de 13 campanas, pero el hallazgo permaneció olvidado hasta que Catalunya, entonces en Oxford, lo rescató para un proyecto que une musicología, arqueología y tecnología. Los análisis revelaron que los tubos, fabricados hace más de mil años, aún funcionan, permitiendo escuchar el mismo sonido que resonaba en las liturgias de las Cruzadas.
«Este órgano fue enterrado con la esperanza de que algún día hablara de nuevo», dijo Catalunya. «Hoy, su voz nos conecta con un pasado vivo, lleno de fe y arte».
Un esfuerzo global para revivir la historia
El proyecto, apoyado por la Fundación BBVA y liderado por el ICCMU, el Museo Terra Sancta y la Custodia de Tierra Santa, culminó en una presentación en el Convento de San Salvador. «Es como escuchar a un dinosaurio cantar», afirmó Álvaro Torrente, director del ICCMU, destacando la singularidad del evento. El órgano formará parte del futuro claustro musical del Museo Terra Sancta, un espacio que celebrará el patrimonio cristiano como puente entre culturas.
Un legado para el futuro
Este redescubrimiento no solo enriquece los estudios de organología, sino que ofrece una experiencia espiritual y cultural única. El Órgano de Belén, pronto exhibido en Jerusalén, invita a visitantes de todo el mundo a conectar con la historia a través de su sonido milenario. Como dijo el hermano Stéphane Milovitch, del Museo Terra Sancta: «Este proyecto une pueblos y religiones a través de la música y la historia».