En Bogotá, Cúcuta, Pereira y Medellín, vivimos una jornada llena de alegría, compromiso y fraternidad
Hubo espacio para la reflexión, la oración, ¡y también para el juego y la celebración!
Torneos deportivos, actividades culturales, encuentros comunitarios y mucho más nos recordaron que educar también es compartir, convivir y disfrutar juntos.
Gracias a cada estudiante, docente y colaborador que hizo posible esta fiesta del corazón escolapio.
Que el espíritu de Calasanz siga encendiendo en nosotros el deseo de servir con amor, educar con sentido y construir comunidad