Carta del Presidente de la Conferencia Episcopal Española a los Obispos de España: Un Llamamiento Urgente a la Oración y la Acción por la Paz
Queridos hermanos en el episcopado,
En un mundo herido por el dolor y la división, donde la paz parece un anhelo lejano en tantos rincones del planeta, nos unimos al clamor del Papa León XIV, quien nos invita a intensificar la oración y a cultivar actitudes que promuevan la paz. Como pastores de la Iglesia en España, estamos llamados a ser instrumentos de la reconciliación que brota del corazón de Cristo, respondiendo con fe y esperanza a los desafíos de nuestro tiempo.
El periodo estival, lejos de ser un tiempo de descanso y serenidad para todos, se ve ensombrecido por el sufrimiento continuo en regiones como Gaza, Ucrania, Siria, Yemen, Sudán, Haití y tantas otras zonas donde la guerra, la violencia y el desorden provocan un dolor inmenso. No podemos cerrar los ojos ni el corazón ante estas realidades. Como nos recuerda el Evangelio, somos un solo cuerpo en Cristo (1 Cor 12, 12-27), y el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas nos interpela profundamente. La interconexión global de nuestro mundo nos urge a actuar con responsabilidad, promoviendo una alianza universal de creyentes que, inspirados por el Evangelio de la vida, trabajen incansablemente por la cultura de la paz.
En sintonía con iniciativas de otras Conferencias Episcopales, la CEE desea responder al llamamiento del Santo Padre con un compromiso renovado. Este compromiso no se limita a palabras, sino que se traduce en gestos concretos de oración, conversión y acción. Por ello, invitamos a todas las diócesis, parroquias, comunidades religiosas y fieles laicos a intensificar en las celebraciones litúrgicas diarias la oración por la paz, utilizando los recursos que la liturgia nos ofrece y fomentando iniciativas que hagan visible el anhelo de reconciliación.
Propuestas litúrgicas y espirituales
Para hacer efectiva esta llamada, proponemos las siguientes acciones:
- Incorporación de formularios litúrgicos por la paz: En las Misas diarias, recomendamos el uso de los formularios del Misal Romano dedicados a la paz, como la Misa «Por la paz y la justicia» (Misal Romano, Misas y oraciones por diversas necesidades, n. 30, formularios A o B, pp. 1042-1043) y la Misa «En Tiempo de Guerra y Desorden» (Misal Romano, Misas y oraciones por diversas necesidades, n. 30, pp. 1044-1045). Estas celebraciones pueden enriquecerse con las Plegarias Eucarísticas para la Reconciliación, que resaltan el poder transformador de la cruz de Cristo, que reconcilia a los pueblos divididos.
- Oraciones en la Liturgia de las Horas: Invitamos a incluir intenciones específicas por la paz en la Liturgia de las Horas. Por ejemplo:
- En Laudes: «Tú que eres nuestra paz y has reconciliado en tu cruz a los que estaban divididos, infunde en el mundo el deseo de concordia y convierte el corazón de quienes siembran violencia».
- En Vísperas: «Señor, que has querido reunir en un solo pueblo a los dispersos por el pecado, haz que florezca la paz en la tierra y transforma con tu gracia a quienes obran el mal».
- Peticiones en la Oración de los Fieles: Durante la Eucaristía, sugerimos incluir intenciones como la siguiente: «Por la paz en el mundo, especialmente en Gaza, Ucrania, Siria, Yemen, Sudán, Haití y todos los lugares heridos por la guerra y la violencia; para que el Señor conceda la reconciliación a los pueblos enfrentados, ilumine a los líderes mundiales y convierta el corazón de quienes siembran odio y destrucción. Roguemos al Señor».
- Momentos comunitarios de oración: Animamos a las comunidades a organizar vigilias, adoraciones eucarísticas y momentos de oración específicos por la paz. Estos encuentros pueden incluir la meditación de textos bíblicos como las Bienaventuranzas (Mt 5, 3-12) o el Salmo 85, que claman por la justicia y la paz. También se podrían promover rosarios por la paz o novenas dedicadas a la Virgen María, Reina de la Paz.
Un compromiso más allá de la liturgia
La oración, aunque esencial, debe ir acompañada de un compromiso activo. Como Iglesia, estamos llamados a ser «signo e instrumento» de la paz de Dios en el mundo (Lumen Gentium, 1). Esto implica:
- Fomentar la conversión personal y comunitaria: Invitamos a los fieles a reflexionar sobre cómo nuestras actitudes, palabras y acciones pueden contribuir a la reconciliación en nuestras familias, comunidades y entornos sociales.
- Educar para la paz: Las parroquias y escuelas católicas pueden organizar talleres, charlas y actividades que promuevan la cultura de la paz, inspirándose en la doctrina social de la Iglesia y en documentos como Pacem in Terris de San Juan XXIII.
- Solidaridad con los que sufren: Animamos a apoyar iniciativas de ayuda humanitaria, colaborando con organizaciones como Cáritas o Manos Unidas, que trabajan incansablemente en zonas de conflicto.
Un llamamiento a la esperanza
En medio de las tinieblas de la guerra, la fe nos recuerda que Cristo, el Príncipe de la Paz, ha vencido al pecado y a la muerte. Nuestra oración y nuestro compromiso no son vanos; son semillas de esperanza que, regadas por la gracia de Dios, darán fruto en su tiempo. Que María, Madre de la Misericordia, nos guíe en este camino, y que el Espíritu Santo nos conceda la fortaleza para ser constructores de paz en un mundo que tanto lo necesita.
Con mi afecto fraterno y mi bendición.