Un acontecimiento alegre y significativo para la memoria y la identidad de una presencia tuvo lugar el pasado 1 de julio en el territorio de nuestra parroquia de San Bartolomé en Sovigliana (Vinci), jardín dedicado al P. Giovanni Grimaldi
El calor del verano, en plena hora de la siesta, no impidió que un nutrido grupo de feligreses, sacerdotes, familiares y amigos participaran en la ceremonia de dedicación de un jardín público a la memoria del P. Giovanni Grimaldi.
En esta parroquia, el P. Giovanni llegó en septiembre de 1985, ayudado por su hermano Silvio, dejando la parroquia de San Bartolomé en Siena, heredera en cierto modo de la ilustre y meritoria presencia escolapia en el Colegio Tolomei y en el «Real Instituto Tommaso Pendola para sordomudos». Poco después fue alcanzado por el P. Natalino Ragazzini, que sería Rector de la Comunidad de Sovigliana, y por el P. Mario Ancillotti, mientras que el P. Gualtiero Silicani, inicialmente destinado también a Sovigliana, fue enviado finalmente a la comunidad de San Giovannino en Florencia. El P. Giovanni guió la comunidad parroquial con dedicación y entrega hasta 2009, cuando fue nombrado Rector de la Comunidad de Empoli y maestro de novicios.
Durante la ceremonia hubo varias intervenciones: antes de la revelación y bendición de la placa conmemorativa, intervinieron el alcalde de Vinci, Daniele Vanni, quien recibió el testigo de quienes conocieron más de cerca al P. Giovanni (el senador y exalcalde Dario Parrini y su inmediato predecesor Giuseppe Torchia), y el P. Provincial Sergio Sereni. Al término de la breve ceremonia, tuvo lugar la celebración de la Santa Misa, presidida por el P. Provincial y concelebrada por el párroco, P. Andrés Jr. Dragon Ramos, y el vicario parroquial, P. Tommaso De Luca, junto con varios sacerdotes del vicariato de Empoli – Montelupo y otros invitados: Mons. Renato Bellini, párroco de Santa Croce en Vinci; los padres carmelitas de Santa Maria a Ripa; Don Guido Engles, párroco de la Colegiata de San Andrés en Empoli; Don Servais Oyetunde Ayeni, párroco de Martignana y Monterappoli.
En la homilía, además del recuerdo personal del P. Giovanni, el P. Provincial utilizó, a partir de la primera lectura, las dos imágenes de Sodoma y Gomorra en contraste con Jerusalén: aunque parezca que en la «ciudad de los hombres», en nuestras comunidades, el mal, el desorden, la división y la fealdad prosperan, a pesar de nuestro esfuerzo al servicio de Dios y del prójimo, podemos estar seguros de que, como en Jerusalén, «Dios está en ella, no podrá vacilar; Dios la socorrerá al despuntar el alba» (Sal 45,6). Por tanto, el bien, como mostró el P. Giovanni con su vida, crece incluso sin ser notado; es necesario confiar en Dios y salir al encuentro del prójimo. Por eso, en su vida fueron posibles la cultura y la enseñanza, la cercanía y la escucha, la pastoral familiar, juvenil, vocacional y misionera, la franqueza y el sentido del humor, logrando unir realidades y personas muy diferentes entre sí.
Al final de la celebración, hubo tres testimonios igualmente conmovedores y sentidos: el de la hermana del P. Giovanni, Lola, que vino desde su pueblo natal, Bracigliano (Salerno), con su esposo Michele, sus hijos, yernos y nietos; el de Roberta Vezzosi, que recordó el compromiso misionero y juvenil del P. Giovanni tanto en Senegal como en Costa de Marfil, especialmente los viajes y campamentos de trabajo organizados hace ya varios años en colaboración con Setem – Toscana para ofrecer ayuda concreta; y finalmente, el testimonio de Grazia Becarelli, quien subrayó que el centro de la vida del P. Giovanni fue el don de sí mismo: su modo de relacionarse con la gente, de ser confesor, de comprender las debilidades sin juzgarlas, su aparente rudeza que se transformaba en una sonrisa, su ser, en silencio, inspirador y fundador de la Asociación «Porte Aperte APS», a la que dio el lema: «El bien se hace en silencio, todo lo demás es escenario».
«Ubi Missa, ibi mensa». Así, al término de la celebración, los asistentes se reunieron para cenar en memoria de un querido hermano, pastor y amigo, y para recaudar fondos destinados a obras que deben realizarse en las estructuras parroquiales, otro tema muy querido para el P. Giovanni. Su familia ofreció un producto típico de su tierra natal: cerezas de Bracigliano, además del postre. Durante la velada, se recordaron también sus numerosos traslados, pero sobre todo lo que el propio P. Giovanni declaró como su línea guía, casi un testamento espiritual: «No pedir nada, no rechazar nada. Esta es mi promesa a Dios. La humildad de decir sí a una petición […] Con Jesús tenemos la garantía de amar».